Sí, la propia japonesa disfruta de que tantos machos la miren. Ser una perra a los ojos de los hombres es aún más genial que ser una geisha. Todos pueden correrse en su boca, en su cara y en sus pechos. Está cubierta de semen y es todo sonrisas. Los sementales se vuelven locos por chicas así.
¡No en vano dicen que los negros tienen unos troncos increíblemente grandes! Ni siquiera intenta meterle todo el tronco a su dama, ¡no más de la mitad! Me pregunto si hay alguna dama a la que se le pueda clavar una vara así.